miércoles, 13 de febrero de 2013

¡Qué poco dura la alegría en casa del pobre!

Ella lleva todo el día manchando. Ha llamado al ginecólogo (yo estaba en el trabajo) y él ha dicho que tranquila, que guarde reposo, que se verán el viernes como estaba acordado.

Así que no trabajará en toda la semana. Y hemos anulado el viaje a ver a mi familia y amigos. Llevo sin verles más de dos meses precisamente por estas cuestiones, pero bueno, no me importa.

El caso es que me muestro sereno y tranquilizador, la calmo, abrazo y doy ánimos, pero en cuanto se ha ido a echarse un rato, vengo aquí corriendo a decir lo que de verdad pienso:

¡Qué poco dura la alegría en casa del pobre!

Me temo que esto se traduce en otro fracaso.

Ya veremos el viernes. Mientras tanto, a seguir fuerte.


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